Racismo en Plaza Nueva

Me gusta no tener que cumplir con un horario fijo, eso me permite salir a caminar y observar la ciudad en distintos momentos, de ese modo entender el ritmo y las dinámicas que se dan en cada espacio.
Hoy en Plaza Nueva, un epicentro turístico de Granada, un mesero gritó por más de diez minutos “moros de mierda”, porque según él un hombre con una mujer y una guagua en coche le habían robado.

Yo escuché los gritos y me fui acercando al lugar, había una multitud observando desde las mesas de los restaurantes, puestos de vendedores ambulantes, taxistas, etc. Los gritos se notaba que avergonzaban al hombre y la mujer, él se controlaba para no ir a golpear al mesero, y ella le cogía el brazo y se preocupaba de la guagua, los tres caminaban lentamente alejándose del lugar, mientras el mesero no paraba de gritarles insultos de carácter racista, principalmente centrados en que ellos eran moros.
Ante la expectación de esa multitud el hombre continuó dando discursos racistas, hasta que una mujer española y yo lo encaramos, le preguntamos que qué le pasaba, que cómo se le ocurría hablar así de un grupo humano, a lo que nos contestó (sin bajar su tono ni su exaltación) “no soy racista, sólo dije 'moro', no 'moros'...¡y si no les gusta como hablo, pues vuélvanse a su país!”.
Independiente de la respuesta obvia del racista con limitaciones cognitivas, me sorprendió que habiendo más de cien personas presentes en el lugar, la mayoría de distintas culturas y sitios, el silencio y el morbo hayan sido las actitudes predominantes, más que decir o hacer algo en contra de ese acto. Quizás esa sea la mayor fuerza de la derecha y los autoritarismos que predominan en estos tiempos: El miedo y el silencio, la apatía generalizada. La omisión es también una acción, nos compromete y compromete nuestro futuro.